LA HERIDA, EL DOLOR (1996-1999)
El dolor que precede a las heridas,
igual que al trueno el rayo,
es punzante y conciso como un presentimiento.
(Lo ves llegar. Lo hueles. Corta el aire.)
El dolor que sucede a las heridas,
como al trueno la lluvia,
ruge en sus soledades silencioso
y explora cada noche una honda selva
de bestias reflexivas y asustadas.
Las heridas de amor duelen sin fin,
supurantes de odio y petrarquismo,
y el dolor por la urgencia
del tiempo es inmortal,
pues va de mano en mano transmitiéndose
como una copa fría
(Calla y bebe)
de cristal quebradizo y de tormento.
La herida, por su parte, de sabernos efímeros
es un lento suicidio de relojes
que disparan sus flechas sobre sí
y el dolor por la muerte es una barca
mecida en tempestades de agua quieta.
La herida es poca cosa, pero luego
llega siempre el dolor,
su abstracta maquinaria,
para marcar a fuego nuestra vida,
y el humo de ese fuego es lo que somos.
y el humo de ese fuego es lo que somos.
Felipe Benítez Reyes
(De Escaparate de venenos, Barcelona, Tusquets, 2000).
Pensat i escrit per en Jaume Timoner.
Foto: La coctelera.
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