La montaña de luz
Una muy calurosa tarde de julio de 1843, un elefante de estatura gigantesca, trepaba fatigosamente los últimos escalones del altiplano de Pannah, uno de los más salvajes y al mismo tiempo más pintorescos de la India central.
Como todos los paquidérmicos indostánicos, que solamente pueden mantener los potentados, llevaba sobre su dorso una rica gualdrapa azul, con bordes rojos, largos colgantes en las enormes orejas, una placa de metal dorado protegiéndole la frente, y anchas cinchas destinadas a sostener el hauda, esa especie de casilla que puede contener unas seis personas cómodamente ubicadas.
Tres hombres montaban al coloso; primero so cornac, o sea conductor, que se mantenía a caballo sobre el robusto pescuezo del animal, con las piernas ocultas bajo las gigantescas orejas, empuñando un pequeño arpón con punta de acero; más atrás, en el interior del hauda, viajaban los pasajeros, que por sus ropas parecían pertenecer a una elevada casta.
Mientras el primero desafiaba los rayos solares sin preocuparse casi, los otros dos estaban cómodamente ubicados en sendos cojines de seda dentro de la especie de torrecilla, cubierta por arriba con un toldillo de percal azul y dorado.
El mayor de los dos hombres era un hermoso representante de la raza indostánica, de unos cuarenta años, alto, delgado y de anchos hombros.
Vestía un amplio dootee de seda amarilla con adornos rojos, que caía en amplios pliegues, ajustándose en torno a su cintura por medio de una faja roja recamada en oro, y tenía la cabeza envuelta en un pañuelo.
Su compañero, en cambio, no demostraba más de treinta años, y no tenía en absoluto aquel aire señorial que distingue en la India a las castas dominantes. Era un hombre de baja estatura, con miembros delgadísimos, piel muy bronceada y líneas irregulares que le hacían instantáneamente antipático a la vista. Su rostro estaba surcado por una larga cicatriz que le tornaba más desagradable aún.
(Así empieza La montaña de luz, de Emilio Salgari.)
Pensat i escrit per en Jaume Timoner.
Foto: Luz Barroso (billares - estiu 2007).
1 comentario:
Amb la mel als llavis, i quan torni a gaudir d'aquesta meravella visual , prometo endur-me el llibre que diu que un bocinet de mi pertany a la muntanya ;-)
Moltes gràcies pel teu temps!
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