"Lo que importa no son las habilidades, sino las ganas"
Tengo 65 años y acabo de subir el Everest tras un infarto y siete maratones: la edad hace más difícil lo físico, pero más placentero lo mental.
Soy inglés; Ralph Fiennes es primo mío. Tengo una hija de tres años, perros, gatos y caballos: comparta su vida y la hará más intensa.
Mi padre murió en Montecassino al mando del regimiento familiar, la caballería escocesa. ... Yo soñaba desde niño con mandar los Royal Scots Greys.
Intenté ingresar en el regimiento como oficial, pero suspendí las pruebas por varios motivos...
El más corto, pero no el menor, fue la llegada de la minifalda al campus de Eton...
La historia le juzgará por ello.
Ingresé de todos modos como voluntario (sólo había que saber cavar un hoyo sin desviarse hacia arriba). Y llegué a capitán.
Y estuvo en el mítico SAS (Special Air Service)..., las fuerzas especiales británicas.
Una de las pruebas era atracar una sucursal del Barclays en el pueblo próximo a las maniobras, así que me fui al cine y, cuando la cerraron, llamé a la puerta y le pedí al empleado que me dejara atracarle para ingresar en el SAS.
Accedió encantado. Un patriota.
Patriotismo fue dinamitar después la presa que la Century Fox había erigido, cargándose el pueblo más bonito de Inglaterra, y sólo por rodar una estúpida película.
Creo que le echaron del SAS por ello. Temporalmente. Al final, el primer ministro Harold Wilson me envió a Omán para detener allí el avance de la guerrilla comunista que ponía en peligro a nuestros aliados y a nuestro petróleo.
¿Y salvó el petróleo? Tras tres años de combate en el desierto. Y a los 30 concluyó mi contrato con Su Majestad la Reina y tuve que empezar a pensar en sobrevivir sin el dinero del contribuyente.
¿Qué hizo entonces? Lo único que sabía. Habrá oído que los aventureros son playboys aburridos, pero para mí era el único modo de pagar facturas.
Algo más habrá ganado. Tras 36 años y 30 expediciones, sigo unido a mi equipo de 32 profesionales por el mismo sagrado lazo: no tener un penique.
¿Por dónde empezó a explorar? En 1969 remontamos el Nilo en hovercraft, vehículo anfibio que se desplazaba sobre un colchón de aire de 3 cm, pero como en la superficie había muchos obstáculos más altos, tardamos nueve meses en llegar al lago Victoria. Al principio nos sorprendió el conflicto egipcio-israelí y al final nos vimos inmersos en otra guerra en Sudán.
Creo que esa todavía sigue... Después buscamos otras metas donde ningún ser humano hubiera puesto aún su bandera, especialmente los franceses.
¿Quedaba algo por explorar? Descendimos por primera vez ríos de la Columbia Británica, desde el Yukón hasta EE. UU. Luego mi mujer me envió a la biblioteca a verificar si alguien había circundado la Tierra en vertical por un meridiano. Yno. A alguien tenía que ocurrírsele un día. Hubo suerte: el meridiano 0, de Greenwich, era el único que no estaba en poder de los soviéticos. Lo recorrimos entero sin utilizar el avión. Tardamos tres años en los que atravesamos a pie el polo Norte y la Antártida.
¿Aprendió algo? Que no importan tanto las habilidades que tengas como las ganas de aprenderlas. La motivación es más importante que la capacitación y siempre va antes, pero no siempre después. Seleccioné a un carnicero irlandés que no sabría definir motivación - a los irlandeses les cuesta mucho definir-pero cruzó sin vacilar un segundo conmigo los dos polos. Que se dice pronto. Así que fiche a gente motivada. Y sé qué digo: en medio de la Antártida puedes despedir a un empleado, pero no librarte de él.
Tomamos nota, sir Ranulph. Y busca la suerte por si la encuentras, como nosotros, buscando la meca perdida de la reina de Saba, Ubar, la Atlántida del desierto. Durante 4.000 años fue punto de partida de caravanas con una mercancía más valiosa que el oro, el incienso: el único del mundo estaba en el sur de la península Arábiga.
Oro, incienso y mirra. Busqué aquella ciudad durante 20 años: organizamos ocho expediciones arqueológicas y al final pedimos ayuda a la NASA para que sus satélites detectaran sus cimientos bajo las arenas, pero no sirvió de nada.
¿Cuál fue su truco? El sultanato nos hacía espiar por dos agentes a los que oí llamar al ministerio: "¡No están cavando: son espías!". Yo, que ya sabía cómo las gastaban contra los espías, me acongojé y grité a los arqueólogos: "¡Por Dios, poneos a cavar ahora mismo!". ¡. ..! Y cavaron y aparecieron... las dichosas ruinas. Estaban a 300 metros de mi base de todas las búsquedas, lógicamente enclavada, como Ubar, en cruce estratégico de caminos. En cinco días, los arqueólogos hallaron indicios y en cinco años excavaron toda la ciudad perdida del incienso, hoy visitable.
¿Siguió usted buscando aventuras?
Seguía teniendo que pagar el alquiler, así que mi señora me hizo descubrir que yo podía ser el primer británico en cruzar los dos polos y además subir al Everest. Ya tenía unos añitos, sir Ranulph. Por eso fracasé dos veces - con un infarto de por medio-hasta que este año, a los 65, lo he intentado de nuevo con un equipo menos competitivo - no de agresivos europeos, sino sólo de sherpas-y he hecho cumbre. Pasito a pasito se llega más lejos. Antes había logrado acabar siete maratones en siete días en siete continentes...
"La contra"
Entrevista / artículo que se publica en La Vanguardia
Pensat i escrit per en Jaume Timoner.
1 comentario:
Cierto.
Sí creo que muchas veces es mas fi¡uerte la pasión y las ganas de hacer las cosas y hacerlas bien que toda la teoría que se acumula durante años de estudio, que no siempre será lo único para poder prosperar.
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