Un día cualquiera, de un año cualquiera del siglo XXI, contiguo al previo al inicio de una primavera con tintes de esplendorosa.
La escarcha caída, toda la noche, exprime su efímera estancia en el verde campo, en las piedras colindantes, antes de ser engullida por el astro rey.
Algunos gallos siguen con sus matutinas sinfonías, ladridos procedentes de indeterminados orígenes, confluyen en el espacio concreto.
Los primeros coches de esa jornada discurren, parsimoniosamente, por las carreteras secundarias. En algún lugar, la diarrea de vehículos contrastaría con tanta paz.
Luces lejanas señalan el inicio del día en las casas cercanas.
La Luna, escueta, hecha un gajo, boca abajo, simula una cuna balanceante, acompañada por las estrellas más retardadas, en su incipiente y cíclica singladura.
Un hombre duerme, con los ojos abiertos, medio tiritando, en un puente cercano, al borde del raso.
Me llamo Tomeu, pero podría ser Pere, Joan, Josep, María, Antonia, Lluisa, tanto da.
Trascendiendo a mis sueños, recuerdo uno de cada tres, hoy, al son de cuanto me rodea, liberado de todas las servidumbres de esta sociedad novciva, he decidido contar mi historia, desde la trinchera de quién no tiene nada más que su libertad.
Tomeu es mi nombre real, mis apellidos Ramis y Oliver, ambos ficticios, escogidos sólo para circunscribir mi mallorquinidad.
Nací hace más de 30 años en un municipio del centro de la isla de Mallorca, en el seno de una familia dedicada, en cuerpo y alma, al campo.
Decía John Lennon que "la vida es todo cuanto acontece mientras uno hace otros planes".
Cierto, más que la vida misma.
La mía, planificada y previsible, convencional, al uso, según los canones que mandan en el tiempo que vivimos, había alcanzado su cénit.
Antes de morar em este puente, convertido hoy en mi bastión, estaba felizmente casado con Anna, habiendo nacido de nuestra unión dos hermosas criaturas, María (el nombre de mi madre) y Lluis (el nombre del padre de Anna), casa unifamiliar propia, dos coches, ejecutivo de éxito rodeado siempre de infinidad de "amigos" (todos ellos, menos unos, convertidos a las primeras ráfagas de viento en "ex-amigos").
Nací en una primavera post-constitucional, allá por el año 1979, fruto de un plácido embarazo y de un parto natural perfecto.
Primogénito en una familia de cuatro hermanos, un chicho y tres chicas.
Mi historia, contada en primera persona, quiere ser sólo una muestra de mi rebeldía actual, un grito de denuncia de lo abominable y cruel que puede llegar a resultar una sociedad presidida por el voraz consumismo, la ruín hipocresía, la brutal demagogia, los convencionalismos y los roles preestablecidos ....., una bocanada de aire fresco, desde la libertad que hoy tengo, que quiere irradiar a quién se deje.
Los personajes son reales, aunque ficticios sus nombres.
Los lugares dónde cohabitan y se relacionan todos cuántos, en algún momento, han compartido conmigo, también lo son, aunque haya preferido variar, de forma aleatoria, los acontecimientos que irán transcurriendo en cada uno de ellos.
La libertad se escribe con "P" de Puente, es una historia por capítulos, que con carácter semanal iré posteando en este blog que tanto quiero, siendo la génesis del mismo la frase que Tomeu me contó, en un momento determinado, en una de nuestras primeras conversaciones
"Cuando todo parecía acabado, todo empezó. Parecía el fin y era, en realidad, el comienzo".
Espero que os guste y que sirva de reflexión.
Feliz día del padre a todos, felicidades a todos los "Joses" y "Josefas", feliz fin de semana ..... y buena primavera.
Que el viaje siga siendo generoso con todos vosotros.
Pensat i escrit per en Jaume Timoner
Foto: Jaume Timoner (S'Hort d'es Rei - Palma).
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