Manuel Vázquez,"hijísimo by Vázquez"
"Mi padre era un genio, un caradura, un vividor: le amo"
Tengo 33 años. Nací y vivo en Barcelona.
Soy realizador de cine y televisión, y dibujante ocasional.
Estoy soltero, sin hijos y sin compromiso.
¿Política? Tirando a rojo.
¿Creencias religiosas? Ninguna, ¡por favor!
He participado en El gran Vázquez,película sobre mi genial padre
¿Qué tal lo de ser hermano de Anacleto, agente secreto?
¡Es un privilegio! Anacleto es mi hermano mayor: nació antes que yo, inspirado en el televisivo Superagente 86.Yo me siento como otro personaje de Manuel Vázquez, el gran Vázquez, papá.
Sus historietas eran mis favoritas
. Mucha gente coincide con usted. Mi padre era un genio: ¡no lo digo yo, es un consenso!
Recordemos algunas de sus creaciones más celebradas.
Anacleto, las Hermanas Gilda, la Familia Cebolleta, Gugú, ÁngelSí Señor, Tío Vázquez...
¿Cuál era el hijo favorito de su padre?
Tío Vázquez: lo creó al ver que su propia vida era el mejor material.
¿Leía usted de niño esos tebeos?
Y asistía a su creación. Veíaa mi padre dibujarlos, en casa, en mesas de restaurantes, en barras de bares, en bingos…
¿Dónde dice?
Le gustaba salir por ahí, le inspiraba la calle, la noche, la fiesta, las mujeres... Creaba mejor en los bares.
¿Y usted le acompañaba?
Sí. Fui su hijo menor y conviví estrechamente con él hasta su muerte, a mis 18 añitos.
Decía que tenía once hijos de siete mujeres. Yo sé de cinco. Entre otras condenas, mi padre tuvo una por bigamia...
¿Estuvo en la cárcel?
Sus jefes lo denunciaron por falsificar cheques de la editorial: pasó seis meses entre rejas. Allí dentro, sin distracciones mundanas, trabajó duro, envió historietas a la editorial..., y lo sacaron pagándole la fianza.
¿Cómo era el día a día con su padre?
Vivíamos solos, de hotel en hotel, de piso en piso... Me enseñó a guardar silencio cuando sonaba el timbre de la puerta.
¿Por qué?
¡Podía ser un acreedor! Dejábamos de pagar y cambiábamos de piso. Debía pasta a sastres, caseros, restaurantes... Era muy moroso y sableaba como nadie.
Entonces... ¡igual que Tío Vázquez!
O el moroso de la azotea de 13, rue del Percebe,que ideó mi padre e Ibáñez desarrolló.
¿Qué calificativos le definirían?
Genio, caradura, canalla, vividor, sablista, moroso, encantador, entrañable. Consideraba que al que tenía más de la cuenta ¡era legítimo sablearle y no pagarle! ¡Le quiero!
¿Vivir así no traumatiza a un niño?
¡Yo creía que esa vida azarosa era lo normal! A los 12 años fui a casa de amiguitos y vi que sus madres les doblaban los jerséis, les preparaban el desayuno y no se escondían cuando llamaban a la puerta... Comprendí que mi vida era distinta. Y más entretenida.
¿Hasta qué punto?
A veces me decía: "Si no te apetece, hoy no vayas al cole". ¡Y no iba! Hubo un curso en que no encontró el momento de comprarme el chándal ¡Y no fui un solo día a clase! Pero íbamos a comer al 7 Puertas, al cine...
¿Y qué decían en el cole?
Creyeron la trola de que yo estaba enfermo. Un día vinieron al pie de casa los niños de mi clase con unas pancartas que rezaban: "Te queremos, Manolito, ponte bueno".
¿Qué huella le dejó todo eso?
Optimismo vital. Pásalo bien y haz lo que te guste. Me llevaba de bares y de fiesta, crecí rodeado de adultos y aprendí a apañarme yo solito: ¡me espabiló! A mis 16 años todos los chavales de mi edad me parecían idiotas, no sabían hacer nada útil para la vida.
Pero no todo sería divertido...
Casi nunca teníamos un duro, claro... Mi padre prefería la juerga a trabajar. Pero a veces dibujaba de noche y le oía reírse: le hacía gracia lo que le salía.
¿Qué aportó Vázquez al cómic?
Fue un pionero en hallazgos narrativos, en recursos gráficos, en expresividad de personajes, en cultivar la historieta autobiográfica... ¡Ah, y lo de "abuelo cebolleta" cuajó en el lenguaje popular, y ya está incluido en el diccionario!
¿No ha seguido usted los pasos de su padre?
Ocasionalmente..., pero su sombra es demasiado grande. Lo que me entristecía era que su obra cayese en el olvido, pero ahora estoy feliz: vuelve a reeditarse.
Y hasta han dedicado una película a su padre, El gran Vázquez.
He participado en el rodaje, ymeha emocionado verle revivir, encarnado por Santiago Segura. En la escena en la que yo nazco, ¡yo mismo interpreto al médico que me trae al mundo, ja, ja...!
¿La censura le mortificó mucho?
Muchísimo. Y entonces se enfadaba y enviaba a sus personajes al campo: "¡Al campo, a coger florecillas...!".
¿Qué tal se llevaba Vázquez con sus colegas historietistas?
Todos le respetaban. Francisco Ibáñez le considera su maestro. Y hasta su jefe en la editorial - el señor González, al que tanto sableó y estafó-le encubría siempre, porque era consciente de estar ante un genio.
¿Cuál fue el mejor sablazo de su padre a la editorial?
González pagaba por página dibujada, y las contaba por una esquina. Mi padre le llevó 40 páginas en un sobre, abierto sólo por una esquina: González las contó y le pagó las 40 páginas. ¡Pero sólo había dibujado una viñeta en cada esquina!: el resto de las páginas estaba en blanco. Con ese dinero en el bolsillo, el gran Vázquez desapareció algunos meses...
¡Es un privilegio! Anacleto es mi hermano mayor: nació antes que yo, inspirado en el televisivo Superagente 86.Yo me siento como otro personaje de Manuel Vázquez, el gran Vázquez, papá.
Sus historietas eran mis favoritas
. Mucha gente coincide con usted. Mi padre era un genio: ¡no lo digo yo, es un consenso!
Recordemos algunas de sus creaciones más celebradas.
Anacleto, las Hermanas Gilda, la Familia Cebolleta, Gugú, ÁngelSí Señor, Tío Vázquez...
¿Cuál era el hijo favorito de su padre?
Tío Vázquez: lo creó al ver que su propia vida era el mejor material.
¿Leía usted de niño esos tebeos?
Y asistía a su creación. Veíaa mi padre dibujarlos, en casa, en mesas de restaurantes, en barras de bares, en bingos…
¿Dónde dice?
Le gustaba salir por ahí, le inspiraba la calle, la noche, la fiesta, las mujeres... Creaba mejor en los bares.
¿Y usted le acompañaba?
Sí. Fui su hijo menor y conviví estrechamente con él hasta su muerte, a mis 18 añitos.
Decía que tenía once hijos de siete mujeres. Yo sé de cinco. Entre otras condenas, mi padre tuvo una por bigamia...
¿Estuvo en la cárcel?
Sus jefes lo denunciaron por falsificar cheques de la editorial: pasó seis meses entre rejas. Allí dentro, sin distracciones mundanas, trabajó duro, envió historietas a la editorial..., y lo sacaron pagándole la fianza.
¿Cómo era el día a día con su padre?
Vivíamos solos, de hotel en hotel, de piso en piso... Me enseñó a guardar silencio cuando sonaba el timbre de la puerta.
¿Por qué?
¡Podía ser un acreedor! Dejábamos de pagar y cambiábamos de piso. Debía pasta a sastres, caseros, restaurantes... Era muy moroso y sableaba como nadie.
Entonces... ¡igual que Tío Vázquez!
O el moroso de la azotea de 13, rue del Percebe,que ideó mi padre e Ibáñez desarrolló.
¿Qué calificativos le definirían?
Genio, caradura, canalla, vividor, sablista, moroso, encantador, entrañable. Consideraba que al que tenía más de la cuenta ¡era legítimo sablearle y no pagarle! ¡Le quiero!
¿Vivir así no traumatiza a un niño?
¡Yo creía que esa vida azarosa era lo normal! A los 12 años fui a casa de amiguitos y vi que sus madres les doblaban los jerséis, les preparaban el desayuno y no se escondían cuando llamaban a la puerta... Comprendí que mi vida era distinta. Y más entretenida.
¿Hasta qué punto?
A veces me decía: "Si no te apetece, hoy no vayas al cole". ¡Y no iba! Hubo un curso en que no encontró el momento de comprarme el chándal ¡Y no fui un solo día a clase! Pero íbamos a comer al 7 Puertas, al cine...
¿Y qué decían en el cole?
Creyeron la trola de que yo estaba enfermo. Un día vinieron al pie de casa los niños de mi clase con unas pancartas que rezaban: "Te queremos, Manolito, ponte bueno".
¿Qué huella le dejó todo eso?
Optimismo vital. Pásalo bien y haz lo que te guste. Me llevaba de bares y de fiesta, crecí rodeado de adultos y aprendí a apañarme yo solito: ¡me espabiló! A mis 16 años todos los chavales de mi edad me parecían idiotas, no sabían hacer nada útil para la vida.
Pero no todo sería divertido...
Casi nunca teníamos un duro, claro... Mi padre prefería la juerga a trabajar. Pero a veces dibujaba de noche y le oía reírse: le hacía gracia lo que le salía.
¿Qué aportó Vázquez al cómic?
Fue un pionero en hallazgos narrativos, en recursos gráficos, en expresividad de personajes, en cultivar la historieta autobiográfica... ¡Ah, y lo de "abuelo cebolleta" cuajó en el lenguaje popular, y ya está incluido en el diccionario!
¿No ha seguido usted los pasos de su padre?
Ocasionalmente..., pero su sombra es demasiado grande. Lo que me entristecía era que su obra cayese en el olvido, pero ahora estoy feliz: vuelve a reeditarse.
Y hasta han dedicado una película a su padre, El gran Vázquez.
He participado en el rodaje, ymeha emocionado verle revivir, encarnado por Santiago Segura. En la escena en la que yo nazco, ¡yo mismo interpreto al médico que me trae al mundo, ja, ja...!
¿La censura le mortificó mucho?
Muchísimo. Y entonces se enfadaba y enviaba a sus personajes al campo: "¡Al campo, a coger florecillas...!".
¿Qué tal se llevaba Vázquez con sus colegas historietistas?
Todos le respetaban. Francisco Ibáñez le considera su maestro. Y hasta su jefe en la editorial - el señor González, al que tanto sableó y estafó-le encubría siempre, porque era consciente de estar ante un genio.
¿Cuál fue el mejor sablazo de su padre a la editorial?
González pagaba por página dibujada, y las contaba por una esquina. Mi padre le llevó 40 páginas en un sobre, abierto sólo por una esquina: González las contó y le pagó las 40 páginas. ¡Pero sólo había dibujado una viñeta en cada esquina!: el resto de las páginas estaba en blanco. Con ese dinero en el bolsillo, el gran Vázquez desapareció algunos meses...
"Mi padre era un genio, un caradura, un vividor: le amo"
Lo peor de Vázquez
La azarosa vida de Manuel Vázquez, leyenda del cómic español, es ahora una película que siluetea con gran ternura a este artista popular. Su hijo Manolito ("el hijísimo", dice él con guasa) rememora anécdotas que no han cabido en la película: "Trajo a casa a una novia de 18 años, casi de mi edad, y me encantaba besarla por la mañana: ¡qué bien olía!". Vázquez fue un antihéroe que decidió vivir sin frenos ni privaciones, a costa de lo que fuera: así nos legó su mito de moroso impenitente y un puñado de personajes inolvidables. Algunos de ellos, recuperados ahora en Lo peor de Vázquez (Glénat), 600 desmadradas y salvajes páginas sin censura. Y quizá pronto en una serie de animación...
www.lavanguardia.es
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