Elizabeth Kostova, novelista, autora de superventas
"La vida, sin arte, es plana y monótona"
Tengo 45 años. Nací en Connecticut y vivo en Carolina del Norte. Soy escritora. Estoy casada y con hijos. Me gustan las políticas sociales y progresistas. Creo en nuestra capacidad de hacer el bien. La vida es valiosa porque puede acabarse en cualquier momento
Por qué escribe?
Para dotar de sentido al mundo, para explicármelo. Nada tiene que ver con leer, con publicar, con la calidad...
¿No le preocupa la calidad literaria, entonces?
¡Intento hacerlo lo mejor posible y cada vez mejor, claro que sí! Pero el impulso que me lleva escribir no tiene que ver con eso.
¿Desde cuándo lo sintió?
Desde niña. Mi abuela me leía en voz alta, mi padre me contaba historias, luego yo leí a Stevenson, Verne... Y empecé a escribir continuaciones de sus aventuras...
¿Soñó con ser leída algún día por millones de personas?
¡Jamás! Aunque he escrito siempre, no publiqué hasta los 40 años. Durante 25 años, he trabajado como profesora de talleres literarios...
¿Qué consejo primordial da a alguien que quiera escribir?
Si no escribes tú ese libro, nadie lo hará por ti en todo el planeta. Así que no vale decir "no tengo tiempo": escribe diez minutos, déjalo, tarda diez años... Mejor que no hacerlo.
¿Cuánto tardó en acabar su primer libro, La historiadora?
Eso: diez años. Me documenté con todo detalle, eso sí. Igual que ahora para mi segunda novela, El rapto del cisne.
Tanta documentación lastra el relato...
Mis lectores no se saltan tres páginas de la novela para ahorrarse un exceso de documentación. Quizá sea usted el primero...
...
Yo escribí La historiadora para mí, sin imaginar que gustaría a tanta gente. Supongo que tiene que ver con la popularidad de Drácula: para mí era un mito personal... que ha resultado universalmente compartido.
La crítica juzga su obra de comercial, de consumo, sin excelencia literaria.
Sucede siempre que algo se vende mucho. Si una lectura gusta a tantos..., tiene que ser mala. ¿Por qué? Quizá llegue a tanta gente por su calidad intrínseca, ¿no? Muchas obras hoy clásicas se vendía como folletón y había colas para hacerse con el nuevo capítulo: ¿diremos por eso que no tienen calidad?
¿Se compara con Dickens?
No, pero leo cada día a clásicos como Dickens, Tolstoi... para frecuentar su música, su talento. Es un consejo que doy a todo novelista, además de este otro: lee un poema cada día. Eso te conecta con la poesía y con las cotas de expresividad que el lenguaje es capaz de alcanzar.
¿Por qué tenía a Drácula como un mito personal suyo?
De niña, mi padre me contaba la historia de Drácula. Y una vez viajamos a los Balcanes. Para una niña americana, de un país tan joven, toparse con paisajes y castillos de tiempos tan pretéritos resultó muy impactante.
¿Hasta qué punto?
Un recuerdo imborrable de mi niñez es un picnic en un prado, cerca de un castillo del siglo XIII en Eslovenia... Me acerqué a la pared del castillo, rocé los dedos en aquella piedra tan antigua... ¡y sentí el tiempo en ella! Fui consciente de que yo llevaba muy poquito en el mundo, de que estaba de paso, de que antes que yo había vivido mucha gente y habían pasado muchas cosas, de que en ese prado de picnic había habido guerras y muerte... ¡Fue un shock que aún recuerdo!
¿Por qué será que el mito vampírico vuelve a resultar ahora tan atrayente?
Es una fantasía recurrente. La ansiedad ante los cambios del mundo nos aconseja refugiarnos en fantasías seguras, conocidas. Y apela a la juventud, con su promesa de vida inmortal. Eso sí es terrorífico de verdad...
¿La vida inmortal? ¿Por qué?
¡Porque es imposible apreciar la vida si resulta que no puedes perderla! La vida es un tesoro valioso justamente porque puede acabarse en cualquier momento.
¿Cómo la vive usted?
Con gratitud: ¡vivir es un privilegio! La gozo del mejor modo posible. Agradezco cada minuto. A medida que envejezco, la aprecio y agradezco más ymás. ¡Saber que vas a morir hace que la vida sea preciosa!
Pero andamos obsesionados con ser siempre jóvenes...
A mis 45 años puedo sentirme como una niña de 11 o una chica de 25. Eso es fabuloso, y quiero pensar que con los años será aún mejor: abrazo el hecho de envejecer como un regalo que da valor y más sentido a la vida.
La felicito.
Quizá tiene que ver con que mi abuela me leía cuando yo era niña... Admiro y aprecio a la gente mayor. Muchos lectores de edad me agradecen que en mi última novela haya personajes maduros con sentimientos muy intensos, de aprecio por el arte y de enamoramiento. ¡No sólo los jóvenes sienten!
El arte pictórico está en el centro de su última novela...
Somos animales artísticos. Hasta en las situaciones más trágicas y espantosas, la criatura humana segrega actividad artística. ¡Es algo impreso en nuestra naturaleza, es una necesidad! La vida, sin arte, es plana y monótona... El arte da sentido a la existencia.
¿Hasta qué punto?
Tanto como la comida o el cobijo: el arte nos da la vida, la inclinación artística es una pulsión de supervivencia. Mire aquí, en Barcelona, donde ahora estamos hablando rodeados de arte público, exterior, en los tejados, las fachadas, las chimeneas, ¡arte por todas partes...! Me emociono.
Para dotar de sentido al mundo, para explicármelo. Nada tiene que ver con leer, con publicar, con la calidad...
¿No le preocupa la calidad literaria, entonces?
¡Intento hacerlo lo mejor posible y cada vez mejor, claro que sí! Pero el impulso que me lleva escribir no tiene que ver con eso.
¿Desde cuándo lo sintió?
Desde niña. Mi abuela me leía en voz alta, mi padre me contaba historias, luego yo leí a Stevenson, Verne... Y empecé a escribir continuaciones de sus aventuras...
¿Soñó con ser leída algún día por millones de personas?
¡Jamás! Aunque he escrito siempre, no publiqué hasta los 40 años. Durante 25 años, he trabajado como profesora de talleres literarios...
¿Qué consejo primordial da a alguien que quiera escribir?
Si no escribes tú ese libro, nadie lo hará por ti en todo el planeta. Así que no vale decir "no tengo tiempo": escribe diez minutos, déjalo, tarda diez años... Mejor que no hacerlo.
¿Cuánto tardó en acabar su primer libro, La historiadora?
Eso: diez años. Me documenté con todo detalle, eso sí. Igual que ahora para mi segunda novela, El rapto del cisne.
Tanta documentación lastra el relato...
Mis lectores no se saltan tres páginas de la novela para ahorrarse un exceso de documentación. Quizá sea usted el primero...
...
Yo escribí La historiadora para mí, sin imaginar que gustaría a tanta gente. Supongo que tiene que ver con la popularidad de Drácula: para mí era un mito personal... que ha resultado universalmente compartido.
La crítica juzga su obra de comercial, de consumo, sin excelencia literaria.
Sucede siempre que algo se vende mucho. Si una lectura gusta a tantos..., tiene que ser mala. ¿Por qué? Quizá llegue a tanta gente por su calidad intrínseca, ¿no? Muchas obras hoy clásicas se vendía como folletón y había colas para hacerse con el nuevo capítulo: ¿diremos por eso que no tienen calidad?
¿Se compara con Dickens?
No, pero leo cada día a clásicos como Dickens, Tolstoi... para frecuentar su música, su talento. Es un consejo que doy a todo novelista, además de este otro: lee un poema cada día. Eso te conecta con la poesía y con las cotas de expresividad que el lenguaje es capaz de alcanzar.
¿Por qué tenía a Drácula como un mito personal suyo?
De niña, mi padre me contaba la historia de Drácula. Y una vez viajamos a los Balcanes. Para una niña americana, de un país tan joven, toparse con paisajes y castillos de tiempos tan pretéritos resultó muy impactante.
¿Hasta qué punto?
Un recuerdo imborrable de mi niñez es un picnic en un prado, cerca de un castillo del siglo XIII en Eslovenia... Me acerqué a la pared del castillo, rocé los dedos en aquella piedra tan antigua... ¡y sentí el tiempo en ella! Fui consciente de que yo llevaba muy poquito en el mundo, de que estaba de paso, de que antes que yo había vivido mucha gente y habían pasado muchas cosas, de que en ese prado de picnic había habido guerras y muerte... ¡Fue un shock que aún recuerdo!
¿Por qué será que el mito vampírico vuelve a resultar ahora tan atrayente?
Es una fantasía recurrente. La ansiedad ante los cambios del mundo nos aconseja refugiarnos en fantasías seguras, conocidas. Y apela a la juventud, con su promesa de vida inmortal. Eso sí es terrorífico de verdad...
¿La vida inmortal? ¿Por qué?
¡Porque es imposible apreciar la vida si resulta que no puedes perderla! La vida es un tesoro valioso justamente porque puede acabarse en cualquier momento.
¿Cómo la vive usted?
Con gratitud: ¡vivir es un privilegio! La gozo del mejor modo posible. Agradezco cada minuto. A medida que envejezco, la aprecio y agradezco más ymás. ¡Saber que vas a morir hace que la vida sea preciosa!
Pero andamos obsesionados con ser siempre jóvenes...
A mis 45 años puedo sentirme como una niña de 11 o una chica de 25. Eso es fabuloso, y quiero pensar que con los años será aún mejor: abrazo el hecho de envejecer como un regalo que da valor y más sentido a la vida.
La felicito.
Quizá tiene que ver con que mi abuela me leía cuando yo era niña... Admiro y aprecio a la gente mayor. Muchos lectores de edad me agradecen que en mi última novela haya personajes maduros con sentimientos muy intensos, de aprecio por el arte y de enamoramiento. ¡No sólo los jóvenes sienten!
El arte pictórico está en el centro de su última novela...
Somos animales artísticos. Hasta en las situaciones más trágicas y espantosas, la criatura humana segrega actividad artística. ¡Es algo impreso en nuestra naturaleza, es una necesidad! La vida, sin arte, es plana y monótona... El arte da sentido a la existencia.
¿Hasta qué punto?
Tanto como la comida o el cobijo: el arte nos da la vida, la inclinación artística es una pulsión de supervivencia. Mire aquí, en Barcelona, donde ahora estamos hablando rodeados de arte público, exterior, en los tejados, las fachadas, las chimeneas, ¡arte por todas partes...! Me emociono.
Receta búlgara
Hablamos en la terraza de un hotel modernista de Barcelona, sobre el paseo de Gràcia: el no va más para la sensibilidad estética de esta impresionable escritora norteamericana. Expresa sus emociones con sencillez y franqueza, charlando de todo sin vanidades de escritor de ventas millonarias. Hasta me da la receta de su plato favorito, una sopa fría búlgara (como la familia de su marido) llamada tarator:yogur, pepino, ajo, eneldo, perejil, avellana picada, agua y un día de nevera. La señora Kostova (www. ekf. bg) publica ahora Els lladres del cigne (Ed. 62) / El rapto del cisne (Umbriel), novela en torno a la obra pictórica de artistas del impresionismo francés que a ella le conmueven.
"La contra"
Foto: Joan Fuxá
http://sesfotosdenjoan.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario